Por Paco Gómez.
Departamento de Biología.
iesperemariaorts.
El otro día un alumno me aseguraba con expresión convencida “profe, tengo sueños que se cumplen”. No se estaba refiriendo a la realización de esperanzas y anhelos que se puedan materializar en el futuro. Él se refería a que podía predecir el futuro. ¿Es eso posible? Para contestar a esta pregunta disponemos del conocimiento sobre el funcionamiento de nuestro cerebro y, desde hace poco, de resultados experimentales sobre un tipo de sensación de precognición que todos hemos experimentado alguna vez, el déjà-vu.
¿Existe el color azul? ¿Existe el dolor, el amor, el frío o el calor? Desde un punto de vista estrictamente físico la respuesta es NO. Todas esas experiencias sensoriales o espirituales y muchas más, tan reales para aquellos que las viven, no son más que “etiquetas” que nuestro cerebro adjudica a una serie de fenómenos y procesos físicos y químicos. La información de que dichos fenómenos se producen le llega al cerebro a través de unos sensores llamados órganos de los sentidos, que envían pulsos eléctricos al sistema nervioso central.
El cerebro está encerrado en una caja y sólo recibe y envía información en forma de impulsos eléctricos. La realidad que percibimos está totalmente construida por el cerebro a partir del flujo de impulsos que le llegan vía nerviosa. Es el cerebro el que le da sentido a esos impulsos nerviosos confiriéndoles significado en forma de sensaciones.
El color azul, por ejemplo, no es más que un tipo de radiación electromagnética que estimula las células de la retina, lo cual genera la sensación que llamamos “azul”. De hecho ni siquiera se puede asegurar que todos tengamos la misma sensación al recibir esa radiación, simplemente llamamos “azul” a una impresión originada a partir de ese fenómeno físico.
Así, no deberíamos sorprendernos cuando en determinadas ocasiones el cerebro fabrica por su cuenta realidades alternativas, como en los sueños y en ciertas enfermedades mentales. Para las personas que las experimentan, dichas realidades son, aunque suene repetitivo, completamente reales.
En este contexto no es de extrañar que un experimento reciente haya demostrado que esa impresión difusa de haber vivido con anterioridad una situación nueva, el déjà-vu, no es más que una intuición.
Un grupo de investigación de la Universidad de Colorado utilizó un sistema de realidad virtual inspirado en el juego de los Sims, en el que el jugador se halla inmerso en la escena, para provocar déjà-vu en voluntarios.
Los investigadores concluyeron que en una situación de déjà-vu, aunque las personas crean saber qué sucederá a continuación, en realidad lo desconocen. El trabajo también confirma otra hipótesis: la semejanza o familiaridad sería el origen del sentimiento de déjà-vu. El cerebro reconocería el parecido entre un ambiente conocido y uno nuevo. Ello desencadenaría la sensación de haber estado allí, aun sin recordar el cuándo y el porqué. Un proceso similar al fenómeno de intentar evocar algo, «tenerlo en la punta de la lengua», mas no caer en ello, concluyen los científicos.
Así, como respuesta a mi alumno podríamos decir que los únicos sueños que podemos hacer cumplir son aquellos en los que ponemos nuestra voluntad, trabajo y dedicación. Perdón por la ausencia de romanticismo.