Por Nacho Gascón. Profesor de Formación y Orientación Laboral.
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El Bosque Pedagógico (y cómo salir de él) es un meta análisis de la situación actual de la educación, de la disparidad de objetivos y propuestas pedagógicas que hoy nutren nuestros muros y debates. No pretendo hacer un resumen de todo lo que en él se cuenta, porque es mucho. No es un libro con una tesis personal de autor, sino un estudio honesto y concienzudo de la situación educativa actual de efervescencia conceptual y metodológica, si bien es cierto que el autor y su equipo proponen la superación de las visiones moderna y postmoderna de la educación, y caminar hacia la concreción de lo que ellos llaman una pedagogía “ultramoderna”, bien definida, que supere las grietas de ambos paradigmas.
Considero este libro indispensable para cualquier profesional de la educación, da igual su adscripción a una u otra corriente pedagógica. ¿Por qué?
Cualquiera que haya leído artículos científicos sobre educación sabe que son prolíficos (publica o muere), complejos, y con un lenguaje especializado y por ello a menudo incomprensibles o sin aplicación práctica clara.
Por ello creo indispensable la creación de obras de enlace. Un punto medio de expertos que consigan reunir y analizar toda la investigación educativa realizada, y metabolicen esa información para que pueda ser digerida por los profesores que vivimos sumidos en la preparación de clases, aprendizaje de nuevas teconologías, cocopes, correcciones, claustros, con una vida más allá del trabajo, y ahora también, bombardeados por mensajes de nuevas propuestas y cambios que nos es imposible asimilar.
Este libro cumple esa función de enlace. Su punto de partida es el siguiente:
La urgencia del cambio.
Hay urgencia en el mundo educativo. La propuesta de cambio está ahí, en cualquier foro de educación. Nos enfrentamos a un hecho: hemos entrado en la sociedad del aprendizaje, que se rige por una ley sencilla e implacable: «Para sobrevivir, las personas, empresas y la sociedad necesitan aprender al menos a la misma velocidad que el entorno; y para progresar, deben hacerlo a más velocidad que el entorno». O aprendizaje o marginación. Siempre lo ha estado, pero nuestro futuro más que nunca está regido por el principio de incertidumbre y velocidad.
La idea de que la educación tradicional no funciona como debiera, y la influencia de la globalización y las TIC ha provocado gran proliferación de propuestas y metodologías educativas, tantas, que es imposible que un profesor pueda conocerlas en profundidad y aplicarlas en su vida profesional.
Las conclusiones de los grandes foros que debaten sobre la evolución del mundo y sus sociedades hablan de grandes cambios, pero otorgan poca influencia en ellos a los sistemas educativos, que padecen de una congénita resistencia al cambio, pero que a su vez serán también transformados desde la industria tecnológica, sanitaria y financiera (Global Education Future Forum)
La educación ya no se circunscribe a la primera época de la vida, sino que se proyecta como una necesidad vital continua: “Lifelong Learning”, el paso del sistema educativo a la sociedad del aprendizaje, concepto fruto de una intuición difusa que se nos escapa al intentar concretarla, y que tiene, entre otras, la cualidad de generar vértigo.
Proliferación de pedagogías para el cambio.
“Estos anuncios de cambio nos llegan con una pedagogía en estado mercurial, sin puntos claros de referencia”
Asistimos, en palabras de Marina, a una “proliferación gratificante” de conceptos educativos que proceden de distintas disciplinas y que manejan sus propios términos y sesgos que habitualmente llevan los debates a terreno estéril: aprendizaje para toda la vida, flexibilidad, experiencia distribuida, habilidades de pensamiento de alto orden, colaboración, organización de aprendizaje, innovación, entornos de aprendizaje, alfabetización tecnológica…
Se presentan innovaciones permanentes que acaban generando una desconcertante nebulosa conceptual: pedagogía por objetivos, por competencias, pedagogía de la mediación, gestión mental, tutorías metodológicas, trabajos personales encuadrados…
Hay una especie de expectación mesiánica por una salvación educativa sin que se sepa de dónde vendrá. El autor recurre a David Perkins, que lo explica así:
Los educadores parecen estar buscando siempre un salvador (…) en cierto momento fué el conductismo; luego el aprendizaje por medio del descubrimiento. Más tarde se popularizó la teoría del “tiempo dedicado a la tarea” (…). Actualmente una de las teorías predilectas es la del aprendizaje cooperativo (…).
Se rescatan y proponen pedagogías con solera. Algunos expertos han intentado recogerlas todas. Una de las diferentes clasificaciones elaboradas sería (Jaume Trillas): pedagogía progresista de Dewey, Escuela Moderna de Ferran Guardia, pedagogía científica de Montessori, métodos globales y centros de interés de Decroly, pedagogía comunista de Makarenko, antiautoritaria de Neill, psicología evolutiva de Piaget aplicadas en la educación, psicología cultural de Vigotsky, métodos conductistas de Skinner, modelo popular y cooperativo de Freinet, educación liberadora de Paulo Freire (…).
Para terminar con la descripción del frondoso bosque, podemos mencionar la lista de gurús educativos, cada uno con su tema: El elemento (Ken Robinson), Inteligencia emocional (Daniel Goleman), Flujo (Mihály Csíkszenmihalyi), Determinación (Angel Duckwoth), Nativos digitales (Marc Prensky), Hábitos de pensar (Arthur Costa), Flourishing (Martín Seligman), Aprendizaje profundo (Michel Fullan), Mindfulness (Daniel Siegel), Mentalidad de crecimiento (Carol Dweck)
¿Quién no ha recibido en su muro de redes alguna o muchas de estas propuestas?
Movimiento defensivo frente al cambio.
Pero no se trata solo de conocer y elegir entre la multitud de propuestas emergentes: a su vez, hay una reacción defensiva antipedagógica que “sonríe irónicamente cuando se les dice que deben hacer esto o lo otro, comentan que se trata de otra moda pasajera, cierran las puertas de sus aulas y vuelven tranquilamente a su rutina”. Esta corriente también tiene a sus intelectuales. Algunas de sus críticas furibundas a las pedagogías emergentes son:
- El desprecio hacia las materias o contenidos.
- El enfoque centrado en la “autonomía creativa” del niño.
- El interés en competencias vacías.
- La apuesta por una igualdad más de derechos que de oportunidades.
- La pérdida de la responsabilidad personal y la disciplina.
- La idea de que todos pueden ser expertos, y de que el alumno puede sustituir al profesor.
Para mayor dificultad en la búsqueda del camino, la ideología se ha implantado fuertemente en el debate educativo, y a menudo se asocia uno y otro movimiento a “derecha e izquierda”, lo que en muchas ocasiones lleva el necesario debate educativo a la lucha de poder, es decir, lo anula.
En contra de todo pronóstico, los sistemas se homogenizan.
Con tanta propuesta educativa podríamos pensar que los sistemas educativos presentan gran variedad de metodologías, sin embargo, no es así. Las metodologías tradicionales no desaparecen y el éxito de las pruebas Pisa empuja a los sistemas a orientar su trabajo hacia la obtención de buenos resultados en ellas, lo que acaba provocando una homogenización de las metodologías. Esto a su vez provoca duras críticas “por ser consideradas frutos de la visión práctica, economicista y neoliberal de la enseñanza”.
La pedagogía sin rumbo
En esa expectativa revolucionaria de cambio económico y tecnológico, la pedagogía sigue planteándose dramáticamente su función: ¿educar para el mundo que hay, para el que creemos que habrá, o para el que deseamos que haya?
Cuanto más parece que le exigimos a la educación, más desnuda la encontramos, hasta el punto de reconocer que no tenemos una idea de sujeto clara: “la filosofía postmoderna carece de una consistente teoría del sujeto, y sin una teoría tal no puede promover una teoría del cambio social, y por tanto de la educación”, afirma Paul McLaren, un pedagogo crítico.
Parece que no tenemos una idea clara de cómo aprendemos, de lo que somos, de qué mundo queremos, de cómo será el mundo, de cómo podría ser, de lo que significa ser iguales y diferentes, y en resumidas cuentas, no tenemos claro qué debemos enseñar, y cuál es la mejor forma de hacerlo.
¿Y qué hacemos?
Este es el punto de partida del Bosque pedagógico “en el que todos los árboles buscan luz, pero impiden al viajero verlos”. Para empezar, Marina propone la distinción de dos grandes paradigmas que permiten delimitar y agrupar las diferentes propuestas: el paradigma tradicional y el nuevo paradigma. Si bien, enseguida pondrá en evidencia la grietas profundas de esta distinción. No obstante creo interesante reproducir aquí el cuadro presentado (pag 44):
PARADIGMA TRADICIONAL | PARADIGMA NUEVO |
Centrado en enseñar | Centrado en aprender |
Educación pasiva y memorística | Educación activa, constructiva |
Educación centrada en el maestro | Educación centrada en el alumno |
Educación directiva | Educación no directiva |
Educación centrada en el conocimiento | Educación centrada en la persona |
Aprendizaje por transmisión | Aprendizaje por descubrimiento |
Favorece la docilidad y la norma | Favorece la autonomía y la creatividad |
Aprendizaje individual | Aprendizaje cooperativo |
Relación con el saber | Relación con la vida |
Relación de sumisión entre discípulo y maestro | Relación de afecto y camaradería |
Enfatiza contenidos | Enfatiza los procesos |
Motivación extrínseca | Motivación intrínseca |
Énfasis en el deber | Énfasis en el deseo |
Influencia de Skinner y Piaget | Influencia de Dewey, Vygotsky y Bruner |
Influencia de la filosofía moderna | Influencia de la filosofía postmoderna |
Tradición | Innovación |
Escuela | Entornos de aprendizaje. |
El meta análisis de las distintas propuestas y conceptos educativos se realiza en torno a los conceptos de Enseñanza y Aprendizaje. Propone la Filosofía de la Educación como “super ciencia” que permita una visión amplia de todo, si bien es consciente de la fragmentación actual de la propia filosofía, y hasta cierto punto, de la devaluación o vulgarización que ha sufrido.
Los dos siguientes apartados precisamente se dedican a analizar los conceptos de aprender y enseñar, siguiendo el siguiente esquema:
Aprender: cómo aprenden los humanos, quién aprende, dónde se aprende y qué debe aprenderse.
Enseñar: Cómo se debe enseñar, como saber si he enseñado y quién debe enseñar.
Pero esto lo dejaremos para otras dos entradas, o más.