Por Antonio Murcia.
Profesor de Cultura Clásica.
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En la España que nos ha tocado vivir supongo que habrá mucha gente que se daría de palos por conseguir un ministerio y lucirse ante las pantallas como flamante ministra o ministro… Ha sido común que alcancen este cargo personas dedicadas a la docencia: rectores y doctores universitarios, profesores de instituto…en una palabra, maestros.
Y no son conscientes que pasar de maestro a ministro es un claro descalabro, un ignominioso descenso de escalafón, una humillante bajada de pantalones.
El latín no engaña y está a la vista del que quiera ver y entender: magis significa más y minus significa menos. Y ambas palabras se aprecian claramente en los derivados modernos.
En la antigua Roma se distinguían entre los funcionarios del estado dos categorías: los magistri (de donde vienen las palabras modernas maestro en castellano e italiano, mestre en valenciano, maître en francés, master en inglés…), que eran los de más importancia, los de más alto rango, los de mayor responsabilidad, los jefes, los directores; y, por otro lado, estaban los ministri (palabra de la que porceden ministro en catellano e italiano, ministre en valenciano y francés, minister en ingles…), los de menor rango, de menos importancia, los ayudantes, los servidores, los subordinados…
¿Cómo hemos llegado a una situación en la que los ministros, los subordinados, los de menos categoría, gobiernan a los maestros, los dirigentes, a los de más categoría?. Pues, sinceramente, no lo sé. Quizás nos lo hemos ganado a pulso.