El hombre que amaba a los perros

Autor: Leonardo Padura.

Comentario: Diego Margallo. Profesor de Literatura.

¿Quién es el hombre que amaba a los perros?

Porque, en verdad, no hay un solo hombre, sino tres, tres hombres que amaban a los perros. Tres hombres cuyas vidas, no sabemos si a causa únicamente del azar o, por el contrario, de un destino tan implacable como las ideas que determinan y sellan sus respectivos devenires, se entretejen hasta configurar el rostro de una utopía por la que lucharon – y murieron – millones de personas: el comunismo.

Tres hombres, pero múltiples identidades. La ya pretérita y casi olvidada de Lev Davídovich Bronstein, quinto hijo de una pareja de pequeños kulaks – hacendados – de origen judío. La de León Trotski, revolucionario inexorable, primer presidente del Soviet Militar, todopoderoso Comisario del Pueblo para la Guerra, defenestrado tras la toma del poder por parte de Stalin, exiliado, perseguido, vilipendiado, derrotado, pero, a pesar de ello, infatigable luchador, y, también, amante de los perros. La de Ramón Mercader del Río, burgués, desclasado, militante comunista, combatiente apasionado e idealista en la Guerra Civil Española, más adelante creyente inquebrantable y despiadado de la Gran Causa, y, también, amante de los perros. La de Jaques Mornard – primera máscara de Ramón Mercader –, belga, apolítico, elegante, sibarita, seductor, falsario. La de Frank Jacson – segunda máscara de Ramón Mercader – el inminente asesino. La de Ramón Ivánovich López – última máscara, asimismo mortuoria, de Ramón Mercader –, español transterrado en la Rusia soviética, moribundo en Cuba, y, también, amante de los perros. Y, finalmente, la de Iván, narrador de la historia, naúfrago de un país que se derrumba, de una isla que parece estar a la deriva, escritor malogrado, superviviente, y, también, amante de los perros.

Tres hombres y la vasta geografía que arrastran tras de sí: La Habana, Alma Atá, la isla turca de Büyükada, Barcelona, Moscú, la Sierra de Guadarrama tomada por la guerra, Méjico…

Tres hombres que se saben víctimas e instrumentos de la muerte.

Tres hombres para una historia que merece ser contada.

Y leída.

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